Santoñismo nació con este sueño, el de ver un vino madurado en nuestra tierra, a la brisa del mar cantábrico. Un vino inspirado en nuestros años de esplendor juvenil en los veranos de Santoña, en los que como el resto de jóvenes esperábamos ansiosamente los meses de vacaciones para reencontrarnos con los amigos, enamorarnos, y disfrutar de las mejores olas de Cantabria, de los últimos rayos de sol del día en la Playa de Berria durante todas las tardes de verano.
Este futuro vino de Santoña encerrará en cada botella nuestra amistad, nuestro respeto a cada rincón natural del Monte Buciero que tantas veces hemos redescubierto desde jóvenes, el aroma de un mar cantábrico que se convierte en oro al atardecer, y sobre todo una actitud, la de mirar a la vida con la alegría, la pasión y el orgullo de saber que antes que cualquier otra cosa en el mundo, somos santoñeses.